
De trato amable, Mario cosechaba amigos en cada lugar que frecuentaba. Le gustaba el ajedrez, los amigos y el trabajo.
Era pintor de paredes, puertas y ventanas como a él le gustaba decir. La vida lo había tratado muy mal, habiendo perdido en poco tiempo su hermano y su padre. También él había tenido problemas de salud que le habían debilitado el corazón. Ayer se fue para siempre.
Queremos saludar desde aquí a sus más íntimos amigos del ajedrez, Gerardo Leyes, Fabio Masdeu, Pablo Delamar y Javier Bernasconi, que por distintas circunstancias no se encuentran hoy en la diaria del Club Ajedrez Paysandu, y por supuesto a su madre, nuestro sincero pésame.
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