Artículo tomado de Educ.ar y escrito por el Prof. Claudio Sprejer
Hace unos años que ya estaba retirado de la enseñanza del juego ciencia y me dedicaba exclusivamente a la enseñanza de la Informática. Cuando empecé a ver en mis alumnos una seria crisis de compromiso con el aprendizaje (fundamentalmente en los de nivel medio), tomé la decisión de hacer una prueba: acordándome de la experiencia de la “sala vacía “ (una interesante y atípica experiencia que cuenta el Arquitecto Livingston en su libro Memorias de un Funcionario), decidí observar cuál era el interés que despertaba poner a disposición de los alumnos mi viejo juego de ajedrez Staunton con mi más viejo reloj Roa en una mesa libre que tenía en la sala de computación.
Insólitamente (o no tanto), los primeros que se tentaron por jugar fueron los alumnos con peores calificaciones en informática (esos que deciden “colgar” la materia bastante tiempo antes de fin de año). Poco a poco se fue agregando gente (tuve que conseguir de urgencia 4 tableros más). En los recreos pasé a tener tanta gente dentro del aula casi como durante la clase. Finalmente y con gran sorpresa para mí, me pidieron que organice un torneo (sin importar que el mismo fuera después del horario de clases.
La verdad es que todo se dio tan rápido y con tanta fuerza que siempre tuve que ir detrás de la necesidad (incluso tuve que volver a ponerme en relativa forma después de tantos años de no haber tocado un tablero).
Hoy puedo contar que estamos por realizar el cuarto torneo interno (se organiza uno por año) y, a pedido de padres y alumnos hemos implementado a partir de 2006 talleres de ajedrez para los chicos de nivel primario de tercer a séptimo grado . Se me ocurrió dividirlos en 3 categorías (tercer y cuarto grado por un lado, quinto y sexto por otro y séptimo ). ¿A qué no saben qué pasó? Los alumnos de primer grado empezaron a venirse al taller de tercero ¿Ustedes les habrían negado la entrada? Y varios chicos de primer año de secundaria empezaron a venir al de séptimo grado, lo cual obviamente me fuerza a replantear el hecho de agregar más horas para el año que viene.
Como conclusión quiero comentarles que, en el caso de mis alumnos de secundario, al verme ahora como profesor de ajedrez (recién este año se enteraron que ese fue mi verdadero origen en la docencia) al mismo tiempo que dictando informática o matemática digital, les cambió totalmente la visión de las cosas en el sentido de que ya no ven tan “solemnes” los contenidos de las ciencias (por lo menos de las ciencias exactas). Si pueden pensar en los 64 escaques sienten que pueden pensar...libremente.
1 comentario:
bla y blaaaaaa
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