jueves, 11 de diciembre de 2008

Una importante opinión sobre la evolución de un joven ajedrecista

Les voy a copiar textual, una parte de la Introducción de un libro poco conocido para las nuevas generaciones , pero que para mí tiene conceptos que mantienen total vigencia.

" Contra la opinión de la mayoría, creo que el proceso evolutivo de un jugador de ajedrez dotado de buenas aptitudes no depende únicamente de su edad. Hasta el moemnto en que llega a maestro - no de título, sino de hecho- el jugador, la rapidez progresiva depende, por regla general, de estos elementos :

1) El ambiente que le circunda ;
2) el grado de afición que muestre por el juego ;
3) la situación económica en que se desenvuelve ( no por último menos importante)

De las tres circunstancias, la de ambiente, probablemente, es la principal. Se ofrece bajo dos aspectos: en primer lugar, hay que tener en cuenta el punto de residencia en que vive, más o menos alejado y más o menos impregnado en ambiente ajedrecístico. Porque es evidente que el jugador mejor dotado no encontrará facilidades para desenvolver sus aptitudes si habita en un pueblecito alejado del centro de la actividad de este deporte, pues ni hallará contrincantes a su
altura que le inciten a preocuparse del juego, a pensar en él, que esto también es luchar, ni podrá aprovechar del estímulo benefactor que procuran a un aficionado las lecturas-libros y revistas-sobre el movimiento mundial del ajedrez. Además de la prácticva, es absolutamente imprescinedible, como base para el desenvolvimiento ulterior, un mínimo de conocimientos inherentes al ajedrez . El juego por correspondencia, tan útil de por sí mismo, jamás podrá suplir la lucha ante el tablero por la razón de que el elemento correlativo del jugador únicamente pude consolidarse por el contacto directo con su adversario, en el cual el elemento tiempo ( comprobado por el reloj) desempeña un papel importantísimo.

Pero aparte del ambiente ajedrecístico, el ambiente familiar tiene una importancia capital apra el desarrollo o retardo de desarrollo de las facultades de un jugador cuando éste es muyh joven.


Tres casos pueden presentarse en este orden de ideas :
1) Los padres se muestran hostiles al juego de ajedrez. Las razones y los motivos no les faltan; la "pasión" que su hijo pone en el juego le distrae de los estudios; su manera de ser sedentaria, apacible, ni es propia de su edad ni puede beneficiar a su salud, etc. , etc. estas objeciones, si no consiguen aniquilar el interés que aporta el juego de ajedrez, el niño realmente dotado de aptitudes, por lo menos servirán de rémora a su entusiasmo y retardarán el perfeccionamiento de sus dotes naturales;
2) la negligencia de los padres y la indiferencia del medio ambiente por los triunfos ajedrecísticos y las aspiraciones del joven aficionado son francamente desfavorables y contraproducentes a éste. En esta situación , el resultado final dependerá de la voluntad, de la tenacidad, del grado de interés que muestre por el juego y de la abstracción que haga de otras preocupaciones más poderosas o más atractivas, propias de su edad, en esos momentos inciertos de su existencia. En fin, la situación ideal sería, sin duda alguna, que el niño contase con el asenso de su familia. Este consentimiento puede basarse : 1) para comprender la importancia que el desarrollo del carácter imprime en el juego del ajedrez al esfuerzo mental 2) en el énfasis que los primeros éxitos pueden suscitar en el que, con razón o sin ella, se ve gratificado con el calificativo de niño prodigio , 3) en ocasiones, en razones esencialmente materiales. En este caso el joven precoz roza un peligro; porque en el juego del ajedrez, como en todos los órdenes de la vida, es contraproducente exagerar, forzar la nota. Rechevsky fué el tipo específico del niño prodigio. Felizmente para él , sus padres tuvieron bastante acierto en apartarlo a tiempo e la atmósfera nefasta de las partidas ante el público, de la adulación que le prodigaban los
aficionados ansiosos de jugadas maravillosas, sedientos, deseosos de lo que se sale de las normas corriente. Viéndose obligado a cesar sus exhibiciones profesioneales a la edad de trece años, el niño prodigio desarrolló normalmente sus aptitudes sin perder un ápice de su gran talento. Cuando volvió a la palestra en el terreno internacional- a la edad de veinticuatro años- le bastaron dos o tres años para conquistar, con razón fundada, la fama, la reputación de ser uno de los mejores jugadores del mundo. "


El libro es Curso de Ajedrez a Arturo Pomar por el Dr. Alexander Alekhine

No hay comentarios.: