martes, 20 de octubre de 2009

Ajedrez para Cebras

México, D.F., 9 de diciembre (apro).- Jonathan Rowson es el mejor Gran Maestro que tiene Escocia (es el tercer jugador que obtiene el máximo título de la FIDE, después de Paul Motwani y Colin Anderson McNab). Su rating actual es de 2599 puntos Elo. Quedó en segundo lugar en el campeonato europeo para menores de 20 años en 1997. Dos años después ganó el campeonato escocés, galardón que repitió en 2001 y 2004. En el 2005 se coronó como campeón británico. Aparte de ello, a sus 28 años tiene un grado en filosofía, política y economía por la universidad de Oxford, además de ser un prolífico escritor de libros de ajedrez.

Su último libro Ajedrez para Cebras parece ser que será elegido libro del año en el Reino Unido. Es un libro sui generis, el cual compré vía amazon.com, pues en este país estas cosas “extrañas” no llegan fácilmente.

El libro en cuestión no es necesariamente una obra de ajedrez. Se parece más a un documento que toca temas más de fondo, por ejemplo, los afanes que los jugadores tienen al estudiar ajedrez y todo lo que hacen mal, con lo cual se responde una gran pregunta: ¿Por qué cuesta tanto trabajo progresar en el juego ciencia? Y peor aún, ¿Por qué a los adultos les cuesta más progresar?

De acuerdo con el autor, lo que pasa es que estamos más preocupados por una serie de fenómenos que ocurren al interior del estudio del juego, que distraen en el estudio mismo. Por ejemplo, dice Rowson que para progresar necesitamos olvidarnos de los mitos que hay en el ajedrez, como las concepciones prefabricadas sobre los que son jugadores de ataque, los que juegan bien en los apuros de tiempo, los que son grandes tácticos, los que sobresalen en el juego posicional (sic), etcétera.

El autor asume que todo esto no es más que etiquetas que los seres humanos nos ponemos para poder entender y discernir el mundo alrededor nuestro. Igualmente, Rowson hace una reflexión interesante al respecto del estudio del juego ciencia, en donde el problema principal, según dice, es que la gente estudia ajedrez como si fuese una materia académica, cuando aquí parece ser que es más importante aun adquirir la habilidad y no sólo conocerla.

Dice que lo que necesitamos es olvidarnos de ver el ajedrez como lo vemos. Tomar una nueva actitud más crítica. Por ejemplo, en una partida de torneo, en lugar de tratar de probarnos mentalmente que nuestra combinación es ganadora, debemos ver si es falsa, es decir, ver si el rival tiene maneras de probar lo contrario a lo que pensamos nosotros. Igualmente, necesitamos deshacernos de los mitos sobre las buenas jugadas y hacer algo mejor: ¡realizar buenas jugadas!

Rowson comenta que alguna vez, después de una partida contra el GM Gulko, al analizar el juego, el exruso (ahora vive en Estados Unidos) le comentó que en un momento dado, en una posición muy particular, no estaba muy seguro de quién tenía la ventaja en el tablero. Rowson se desconcertó un poco y se preguntaba: “¿Cómo es que un gran maestro de esta fuerza me dice que no está seguro de quién está mejor?”… Y termina concluyendo que ésta es la actitud de un jugador fuerte. Sus prejuicios ajedrecísticos están a un mínimo y por ello, adquiere la humildad de aceptar que el ajedrez lo rebasa y que no tiene la verdad siempre.

El escocés sabe que todos sus argumentos son fáciles de decir, pero es más difícil ponerlos en práctica, sin embargo, para dar fuerza a sus argumentos, el hombre se ha esforzado notablemente en el tablero mostrándonos una buena cantidad de derrotas que ha sufrido por cometer estos errores en la manera de pensar. De hecho, en la medida que avanzo en el libro me doy cuenta que al menos, toda la primera mitad parece ser parte de una tesis doctoral en educación y de los métodos de aprendizaje que un tratado de ajedrez.

Rowson dice al final del prólogo algo por demás extraordinario. Indica que si tuviese que resumir en una frase el contenido del libro sería algo así como el mejorar en ajedrez empieza en el borde de su zona de confort. En mi opinión, el libro de Jonathan Rowson es tan importante como lo que hizo hace unos 25 años (o quizás más), el GM ruso Alexander Kotov al publicar “Piense como un Gran Maestro”, que sacudió la manera de estudiar ajedrez en el mundo y que aún hoy se discuten en los círculos especializados algunos de los temas más controvertidos, como el árbol de variantes y de si existe semejante concepción al analizar una partida de ajedrez.

Sin duda alguna este es un libro que todo jugador de ajedrez, que pretenda mejorar en su juego, debe leer.

1 comentario:

Guillermo Carvalho dijo...

Coincido plenamente con la percepción acerca del libro. Es uno de los mejores que he leido, y agrego que es citado por otros autores (solo por citar a uno, el famoso Mark Dvoretsky) en sus propias notas y escritos.